La idea de las lentes adaptables, desarrollada por el profesor Josh Silver, ahora retirado, de la Universidad de Oxford, consiste en desarrollar unas gafas que cada persona pueda adaptar a sus necesidades de corrección por sí mismo, sin necesidad de que intervenga un óptico en el proceso. Se calcula que más o menos la mitad de la población mundial necesita algún tipo de corrección ocular y millones de personas no tienen acceso ni posibilidad de acudir al oculista y menos aún de comprarse un par de gafas. Las gafas de Silver se basan en que cuanto más gruesa es la lente, mayor es su capacidad correctora. Entre las dos lentes rígidas de plástico hay una membrana flexible que puede rellanarse con más o menos cantidad de fluido transparente. El usuario de las gafas puede graduar la cantidad de fluido que entran en la lente. Cuando encuentra el ajuste adecuado cierra el paso de fluído apretando un tornillo. Un proceso sencillo que según los investigadores cualquiera es capaz de hacer con u