A la hora de escoger los regalos de los más pequeños una buena idea son los juguetes ecológicos que no solo protegen la salud del niño, sino que son más respetuosos con el medio ambiente.
Escoger los juguetes adecuados es una tarea importante porque probablemente pasarán muchos horas manejándolos, de manera que es imprescindible proporcionarles aquellos que además de divertidos o de colmar sus peticiones a los Reyes Magos sean los adecuados para su edad, contribuyan a su formación y no contengan materiales tóxicos o contaminantes.
Para garantizar esto último los juguetes deben cumplir una serie de normas establecidas por las leyes con el fin de proteger la salud del niño. Estas tienen su origen en las directivas europeas, concretamente la 88/378/CEE y la 93/68/CEE, que han sido posteriormente trasladadas a las respectivas legislaciones nacionales, y ampliadas en algunos casos por ciertas normas autonómicas.
Generalmente suelen incidir en un etiquetado que especifique la edad adecuada para cada juguete, que éstos no tengan partes que puedan ser tragadas accidentalmente por el pequeño y que no contenga materiales, ya sea en su estructura o en los tintes, que puedan ser tóxicos.
Hay que procurar que los materiales de los que estén hechos los juguetes sean naturales y biodegradables. Es la mejor forma de proteger en primer lugar la salud del pequeño y de paso reducir la contaminación tanto durante su fabricación como en el inevitable momento en el que ese juguete acabe sus días en la basura.
Los juguetes ideales en ese aspecto son aquellos compuestos de madera, corcho y papel o cartón reciclados. Además, las pinturas deben ser el resultado de tintes vegetales y que no contengan metales pesados y disolventes químicos.
También resultan preferibles aquellos que no tengan pilas, pero en caso de que dispongan de ellas hay que tener muy presente que éstas no deben convertirse en un juguete por si mismas en manos de los niños. Las pilas contienen metales pesados muy tóxicos y no deben ser manipuladas y dejar expuesto su contenido. Por ello es preferible usar pilas recargables y cuando su vida útil se agote depositarlas en en lugar adecuado para su reciclaje.
Pero no solo las pilas deben reciclarse. Todo el juguete puede ser reciclado, especialmente aquellos que contengan materiales plásticos o metálicos. Pero una buena opción, en caso de que el juguete ya haya caído en desuso pero esté bien conservado, es la de regalárselo a los hermanos más pequeños del niño, a otros niños que se conozcan o bien donarlo a alguna asociación benéfica que lo distribuya entre niños con escasos recursos. Hay numerosas ONGs y ayuntamientos encargados de ello, que en época navideña suele organizar campañas de recogida de juguetes.
Juguetes que enseñan a cuidar del medio ambiente.
Por último en lo referente al mundo de los juguetes no podemos dejar de lado aquellos que enseñan a los pequeños a tener una mayor conciencia medioambiental.
Escoger los juguetes adecuados es una tarea importante porque probablemente pasarán muchos horas manejándolos, de manera que es imprescindible proporcionarles aquellos que además de divertidos o de colmar sus peticiones a los Reyes Magos sean los adecuados para su edad, contribuyan a su formación y no contengan materiales tóxicos o contaminantes.
Para garantizar esto último los juguetes deben cumplir una serie de normas establecidas por las leyes con el fin de proteger la salud del niño. Estas tienen su origen en las directivas europeas, concretamente la 88/378/CEE y la 93/68/CEE, que han sido posteriormente trasladadas a las respectivas legislaciones nacionales, y ampliadas en algunos casos por ciertas normas autonómicas.
Generalmente suelen incidir en un etiquetado que especifique la edad adecuada para cada juguete, que éstos no tengan partes que puedan ser tragadas accidentalmente por el pequeño y que no contenga materiales, ya sea en su estructura o en los tintes, que puedan ser tóxicos.
Hay que procurar que los materiales de los que estén hechos los juguetes sean naturales y biodegradables. Es la mejor forma de proteger en primer lugar la salud del pequeño y de paso reducir la contaminación tanto durante su fabricación como en el inevitable momento en el que ese juguete acabe sus días en la basura.
Los juguetes ideales en ese aspecto son aquellos compuestos de madera, corcho y papel o cartón reciclados. Además, las pinturas deben ser el resultado de tintes vegetales y que no contengan metales pesados y disolventes químicos.
También resultan preferibles aquellos que no tengan pilas, pero en caso de que dispongan de ellas hay que tener muy presente que éstas no deben convertirse en un juguete por si mismas en manos de los niños. Las pilas contienen metales pesados muy tóxicos y no deben ser manipuladas y dejar expuesto su contenido. Por ello es preferible usar pilas recargables y cuando su vida útil se agote depositarlas en en lugar adecuado para su reciclaje.
Pero no solo las pilas deben reciclarse. Todo el juguete puede ser reciclado, especialmente aquellos que contengan materiales plásticos o metálicos. Pero una buena opción, en caso de que el juguete ya haya caído en desuso pero esté bien conservado, es la de regalárselo a los hermanos más pequeños del niño, a otros niños que se conozcan o bien donarlo a alguna asociación benéfica que lo distribuya entre niños con escasos recursos. Hay numerosas ONGs y ayuntamientos encargados de ello, que en época navideña suele organizar campañas de recogida de juguetes.
Juguetes que enseñan a cuidar del medio ambiente.
Por último en lo referente al mundo de los juguetes no podemos dejar de lado aquellos que enseñan a los pequeños a tener una mayor conciencia medioambiental.
Y no olvidar que el mejor juguete es que juegues con ellos.
visto en: boletines repsol
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