Aproximadamente sólo la mitad del agua que utilizamos en el hogar es necesario que resulte potable. El resto, es decir, la que usamos en la lavadora, la cisterna del inodoro o el riego, puede provenir del agua de lluvia si se instala el sistema adecuado para su aprovechamiento, una forma eficaz para ahorrar y combatir la sequía. Tradicionalmente el agua que empleamos en nuestros hogares ha provenido de la red de suministro. Un suministro que tal como nos recuerdan periódicamente las facturas no resulta gratuito y que, en el caso de muchas partes de España ( especialmente en su vertiente mediterránea) exige unos recursos hídricos cada vez más dificiles de obtener. Con un consumo medio de unos 150 litros diarios por habitante resulta imprescindible que tomemos medidas. Una medida muy eficaz está en el aprovechamiento del agua de lluvia. Recoger el agua de los tejados - relativamente limpia en comparación con otras fuentes- permite servirse de un recurso que habitualmente es desaprovechad